El Gato Maya
Por Luis Mis
La reciente afiliación de Miguel Ángel Yunes y Alejandro Murat a Morena es una bofetada para quienes aún creen en la supuesta transformación del país. Estos personajes, reciclados del PRI y el PAN, representan lo peor de la política mexicana: corrupción, represión y traición al pueblo. Su integración al partido gobernante no es más que la confirmación de que Morena ha dejado de ser una alternativa y se ha convertido en refugio de los mismos de siempre.
Lo más indignante es que la dirigencia nacional de Morena los recibió con júbilo, como si fueran una gran adquisición. A este ritmo, bien podrían afiliar también a Marko Cortés, Xóchitl Gálvez, Enrique Peña Nieto, Felipe Calderón y Vicente Fox. Y si de impresentables se trata, a nivel estatal bastaría con sumar a Roberto Borge, Carlos Joaquín o Laura Fernández Piña. Total, en la práctica, ya no hay diferencias entre unos y otros.
Para quien aún tenga dudas sobre la calaña de estos personajes, basta recordar que la familia Yunes ha estado relacionada con casos de trata de personas, fraudes electorales y pederastia en Veracruz. Su clan ha sido responsable de la represión, encarcelamiento y asesinatos de luchadores sociales, periodistas y defensores de derechos humanos en el sureste del país. Por su parte, Murat pasará a la historia como el gobernador más corrupto que ha tenido Oaxaca, acusado de desviar más de 3 mil millones de pesos y de encubrir feminicidas, mientras su estado sufría una crisis humanitaria con más de 700 feminicidios, desplazamientos forzados y represión militar contra comunidades indígenas.
Ante este panorama, resulta claro que Morena ya no es la «esperanza de México». Su integración con el viejo régimen es total, demostrando que, en realidad, PRI, PAN, PRD y Morena son partes de la misma maquinaria de corrupción y despojo. No hay diferencias entre «izquierdas progresistas» y «derechas fascistas» cuando ambas sostienen el mismo modelo de explotación, guerra contra la naturaleza y agresión contra los pueblos.
La tormenta arrecia, pero Morena no es la solución: es parte del problema.
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