El GATO MAYA
Por Luis Mis
En su 55 aniversario, Cancún no solo celebra su vibrante historia, también despide con gratitud y respeto a uno de los hombres que ayudaron a darle forma: Eduardo Solís Preciat, un empresario visionario que apostó por esta ciudad cuando era apenas un trazo en el mapa y la convirtió en plataforma de desarrollo, comunidad y esperanza.

Fundador del Consejo Coordinador Empresarial del Caribe (CCE), de la Coparmex Cancún, de Materiales ABC, el Hotel Plaza Caribe y la Unión de Crédito de Cancún (Unicun), Solís Preciat fue mucho más que un emprendedor: fue un constructor de ciudad, un promotor incansable del desarrollo económico con rostro humano y un convencido de que el progreso sólo tiene sentido si es compartido.
En tiempos en los que muchos esperan que las soluciones vengan únicamente desde el gobierno, el ejemplo de Solís Preciat nos recuerda que el verdadero desarrollo nace también de la sociedad civil organizada, del empresariado con conciencia social, y del liderazgo ciudadano con visión de futuro.
Impulsó el rescate del centro de Cancún cuando nadie hablaba de ello. Apostó por revitalizar la zona fundacional, no solo como un espacio económico sino como el corazón cultural y humano de la ciudad. Fue, en todo sentido, un pionero con vocación colectiva.

Y mientras Cancún conmemora 55 años de existencia, la ciudad también da muestras de vitalidad. El “Picnic Más Grande de Cancún”, en su edición número 11, reunió hoy a cerca de 80 artistas locales en una celebración de arte, identidad y comunidad. Familias completas disfrutaron de una jornada de creatividad y orgullo por su ciudad, mostrando que el espíritu de unión y pertenencia sigue más vivo que nunca.
Pero no todo es celebración. Cancún enfrenta hoy retos complejos: crecimiento desordenado, brechas sociales, inseguridad y una movilidad urbana que demanda soluciones urgentes. Ante este panorama, el legado de Solís Preciat cobra aún más relevancia. No basta con mirar hacia atrás con nostalgia: es momento de retomar su visión y traducirla en acción presente y compromiso futuro.

Que su partida, coincidente con el aniversario de esta ciudad que tanto amó, no sea una despedida silenciosa, sino un llamado urgente a continuar la obra que él ayudó a iniciar. Que su ejemplo inspire a nuevos liderazgos a construir desde la empatía, la innovación y el bien común.
Cancún tiene mucho por celebrar, pero también mucho por reconstruir. Y el mejor homenaje a sus pioneros será siempre seguir su ejemplo: creer, participar, transformar. Porque una ciudad no la hace solo el gobierno: la construyen todos los que la aman.
